Quimera Azul

― ¡¿Qué flor es las que florece para mí?!
Exclamó con furia al cielo mientras se cortaba la palma de la mano derecha al arrancar aquella flor gris mística de cristal: Sembradas cerca al paraíso reposaban once de ellas con preferencia por sobre las demás flores, tan llenas de colores, tan llenas de luz, tan llenas de verdad pero faltas de vida.
Dío repetía una y otra vez dicha frase en consecuencia a su primera pregunta ante las patas enormes y lejanas de aquel monstruo que serpenteaba su cola como disgustado, respiraba resonando y tronando el viento a su alrededor, vibrando el espacio sin tiempo de ese pacífico lugar. La bestia con cara de león, cola de lagarto, y rostro embravecido giró de a pocos su cabeza para responder a toda pregunta pues su rol allí era ese, creado para destruir a los <> con su voz desafiante y asesina. 
―Aquí nada florece. ―Dijo el monstruo arrastrando las palabras ahora girando el cuerpo y acercándose a Dío― Aquí nada se crea. ―De pronto su piel escamosa y dorada verdosa del cráneo del maldito animal empezó a oscurecerse― Aquí sólo se destruye ―Haciendo una pausa continuo―, yo soy el guardián y protejo lo más importante. Los protejo a ustedes de los <>. ¿Aún no lo entiendes?
―No has respondido a mi pregunta <>.
―Cómo te atreves a llamarme por tu nombre ―dijo exasperado el guardián― Yo no soy tú ni tú yo. Te enseñaré a mantener el equilibrio y no convocar a la ira ni a la sádica locura.
No tardó ni un segundo y la bestia saltó al infinito cielo oscuro para caer con mucha rapidez sobre Dío, encima de él. Acercó su cabeza a la de él y le susurró al oído: <>.

Margarita


Margarita

Traté de entender a Margarita, debo decir fue una causa perdida.
Un Martes en la mañana me dirigía a dar unas vueltas al parque y trotar como de costumbre pero todo se interrumpió cuando vi que una chica se mudaba al departamento donde yo vivía, la saludé y le estreché la mano, luego le ofrecí mi ayuda para cargar sus maletas pero grande fue mi asombro cuando vi que el taxista bajaba unas siete maletas de equipaje. Eso sí fue demasiado, pero, mi día estaba empezando pues mi compañero de al lado Matías  también bajaba a dar unas vueltas y de pasada me ayudó con las maletotas de Margarita, así se llamaba la chica recién llegada y de voz musical. De inmediato me di cuenta que no era limeña porque tenía un dejo provinciano característico del interior del Perú.
Cuando subíamos las últimas maletas  Matías huyó lo más rápido que pudo, yo descansé unos momentos para retomar el aire y mientras subía la mirada observé desde los pies muy arreglados hasta la punta de los cabellos de Margarita, ella es preciosa, ¿Y cómo no me di cuenta? –Pensaba yo- si Margarita estaba muy linda y muy sensual. Inofensivamente me ofreció un café que rechacé, le dije que no bebía café por las mañanas y me dijo entonces que me ofrecía un té, bueno accedí. Sacó de una de sus maletas un juego de tasitas de té como las de juguete y en quince minutos que pasaron muy rápido el agua hirvió y brindamos té mientras conversábamos para conocernos pues para mi sorpresa ella había rentado la habitación opuesta a mi corredor y ya éramos vecinos. Muy divertida Margarita parecía estar cantando o contando trabalenguas mientras hablaba y sonreía, yo atinaba a responderle lo poco que entendía.
Se me hizo tarde, ya debía de haberme cambiado para luego irme al trabajo, tenía yo unos quince minutos de retraso que efectivamente ya estaban incluidos en mi recibo de pago, pedí una disculpa y me retiré rápidamente a mi habitación que quedaba en frente. Me vestí con lo usual  una camisa, pantalón y una chaqueta negra delgada porque empieza el verano y no me agrada sacarme la chaqueta o el saco o lo que sea.
Paro el bus que para variar se detiene donde le da la gana, el conductor es un imprudente porque puede matar a quien él quisiera, cosa que sé lo haría. Subo y de inmediato el conductor pisa el acelerador a fondo, tuve que agarrarme de donde pudiera en dicho instante, mientras me samaqueaba dentro del bus me percaté de un asiento libre y fui hacia allí, me senté aliviado hasta que me cambiaron de estilo musical, de rock a chicha. No sé si el conductor lo hizo por joder –nunca lo sabré, le pregunté al cobrador que si por favor pudiera cambiarle de emisora, él me respondió «imposible chino, esto es chicha de la buena, escucha un poquito más y te va a gustar» No quise adentrar más en el tema porque no es de mi completo agrado ese estilo musical que comprendo y debo confesar conozco sólo dos canciones  de un grupo llamado Armonía 10 cuyas canciones son cervecero y me emborracho. Bueno regresando al punto llego a mi centro de labores y ejecuto mecánicamente lo que aprendí durante casi 6 años de mi vida, estoy seguro que no nací para hacer eso y que en parte no me agrada, pero qué hago si gano lo suficiente como para no quejarme, vivo cómodo en mi piso excepto cuando recibo visitas inesperadas y conflictivas.
Varios días después me llegó un volante, en realidad una fotocopia bastante rústica y mal diseñada que decía: Te invito a la fiesta de San Juan, y otras frases que no me importaron  porque era Sábado y difícilmente me levanto temprano, ni siquiera a tomar desayuno y de ser el caso ni a almorzar, pues dicho y hecho desperté como de costumbre a las seis de la mañana pero dormí nuevamente, desperté a las once, no resultó, seguía indispuesto pero luego ya eran como las 3 ó 4 de la tarde y si no me levantaba no llegaría temprano a la lavandería que cerraba a las cinco y treinta de la tarde que además no quedaba para nada cerca así que dejé el volante, tomé mis medias y camisas blancas porque detesto lavar ropa blanca y ya tengo recuerdos de eso o simplemente terminan cremas y percudidas o las dejo de usar.
Salgo de mi casa apuradísimo y cojo un taxi porque ni a palos llegaré a tiempo, le ofrezco un dinerillo adicional al conductor para que acelere y condicionado por eso llegó en un santiamén, le dije a la chica de la lavandería que si tenía máquinas disponibles y sí, la tenía, metí mi ropa en esas máquinas y luego detergente y blanqueador adicional porque no confío en un simple detergente, esperé una hora para las camisas y polos pero para las medias fue diferente sólo media hora.
Una vez todo limpio y seco me retiro.
Salgo de la lavandería y el clima amenaza con llover en pleno verano, de pronto todo se nubló y se podía ver claramente nubes negras y grises que amedrentaban a cualquiera y ese era yo. No le tengo miedo al agua como debes de estar pensando, tampoco soy de los que tiene fobias raras lo que pasa es que cada vez que llueve se moja la casa de un amigo.
Él vive en una casa de madera pequeñísima porque acaba de vender su casa anterior y se ha comprado un terreno muy bonito que empieza a remodelar y construir y mientras tanto vive ahí, pero nunca cuando llueve. Hola Miquel, dice Guillermo tan fresco de cojones -no por la lluvia sino por lo conchudo- ya era la tercera vez que venía y me contaba la misma historia.
Cenamos juntos pero esta vez discutimos por una cosa sin sentido, el tonto recordó que alguna vez estuve con su hermana y eso le jodió, bueno a cualquier le jode que tiren en el cuarto de invitados con su hermana, él me reclamó que eso fue una falta gravísima que en el momento no debió haberlo pasado por alto y yo le dije que comprendía su razón pero que no era el momento –en realidad jamás era el momento indicado- para decir esas cosas frente a una comida deliciosa. Tomó su vaso de cerveza y se fue a dormir al mueble sin más.
Yo salí de mi casa  con el móvil en el bolsillo resguardado con bolsas especiales, sin paraguas además porque quería disfrutar de la llovizna tan imprudente y tan agradable, compré cigarrillos de los que me agradan, caminé unos veinte minutos dando vueltas al parque que queda unas cuadras de mi casa, sonriendo al viento y despreocupado por lo sucedido.
Busqué aquella canción de Sabina con Páez que se llama  Llueve sobre el mojado en el móvil y a unos metros una banca, me senté y todo fluyó, comencé a cantar en voz alta mientras la gente pasaba hasta que alguien se me acercó sin paraguas, me saludó de un beso en la mejilla, gran casualidad, era Margarita empapada hasta las medias y con una ropa ligera que viéndola mejor, era casi una transparencia, se sentó a mi lado y me dijo «En mi tierra llueve muchisissísimo más que aquí», le pregunté que si en su tierra también usaba esas prendas tan diminutas, sonrojada respondió « no,  es que el recepcionista me dijo que a unas cuadas lavaban la ropa y que el coste no era mucho», ¿y dónde fuiste? –pregunté.  «Fui a la Lavandería CleanClean», casualidad, yo también fui hoy –le respondí. Muy amena la conversación bajo la lluvia, mientras yo hablaba tomaba agua de lluvia y ella se reía, me enteré de muchos detalles de su vida y quedamos en ir a lavar ropa juntos el sábado próximo.
Así fue.
Once dela mañana, despierto sabiendo que iría a lavar la ropa con Margarita al CleanClean, un día soleado y sólo con camisas y pantalones de vestir sucios que lavar, entonces voy a tocarle la puerta a Margarita, sale ella con unas prendas apretadas que marcan su sexy figura, «vámonos ya tontuelo y deja de mirarme así»–dice con su voz musical.
Tomamos el taxi y llegamos a la lavandería, saco mi ropa de una mochila y la introduzco en la lavadora mientras Margarita hacía lo mismo. Lavamos las prendas y listo, a la casa.
En la puerta del hotel me dice que hoy tiene una fiesta La fiesta de San Juan que estoy invitado. Acepté de buena manera porque empieza a agradarme ésta muchacha y además las fiestas de casa me parecen geniales y este caso en frente de mi casa, así evito pagarle al taxista.
Pero, ¿quién es Juan? –pregunto yo. «Es un santo de allá que le celebramos pues» –dice ella. Bueno acepto otra vez. Llegando a mi casa prendo la computadora e investigo todo sobre el famoso San Juan o San Fuan como diría Margarita, no fue una sorpresa enterarme de qué Juan me hablaba, era una fiesta conmemorativa a San Juan el Bautista que se cree les dará felicidad, y sí reconozco que cumple con su finalidad.
Cae la noche,  me visto con un Jean negro y una camisa negra con unas líneas blancas que parecen un diseño de la selva o algo así pero eso no es todo corrí a las tiendas de disfraces a preguntar si tenían cosas de la selva, específicamente de la fiesta de San Juan, y sí tenían entonces apreté los dientes y la billetera para sorprender a la linda Margarita, compré unas espadas de madera con hilos de colores, gorritos de tela blancos con diseños, y un juguete que era un suri gigante, todo esto iba porque Margarita me contó que le encantaba esta festividad y que seguro la extrañaría y como buen huésped no podía llegar con nada bajo el brazo, considero yo es de mal gusto y no de mala educación, porque cuando hay, hay, y cuando no hay, no hay. Frase célebre de mi hermano.
Toco la puerta y me recibe un joven que nunca había visto y confianzudo me dice «pasa, diviértete», entro y estaba decorada toda su casa con serpentina, globos y música de la selva. Avancé rápidamente a la mesa y observé potajes exóticos que a la vista eran muy comestibles y olían como los dioses, desesperado por probarlos cambié de mano el suri gigante y con la derecha iba a coger un poco de carne cuando rápidamente me cayó un palmazo que dolió, cuando levanté la mirada era Margarita con un traje espectacular que se sorprendió al verme con esos regalos. Exaltada me abrazó y casi me estrangula como las constrictor de la selva, ella me dijo  «oshe gracias por traerme eso, eres un caballero y es un detallazo», «gracias, no fue nada»–dije.
«Pero ahora sí, prueba nomás con confianza» –dijo ella. «No, antes quiero ayudarte a decorar y el suri es para ti, espero disfrutes la fiesta y te sientas como en casa», no debí decir eso porque se puso a llorar y me abrazó y mojó mi camisa mientras los invitados llegaban en mancha y veían a la dueña del piso llorando y tal vez pensando que la fiesta se fue al carajo, pero igual entraron, Margarita secó sus lágrimas luego la fiesta continuó con un ritmo fenomenal, aunque no conocía mucho de música de la selva bailé como trompo hasta que me abrazaron y era Matías con su gorrito con plumas y su palo de madera, eso sí que fue un mate de risa, porque en ocasiones anteriores Mati me había invitado a unas fiestas raras de el pueblo de su abuelo que era de Suecia, de la capital Estocolmo, pero él nunca se vistió como su abuelo, le parecía tonto y él no debía hacerlo, pero ahora vestido así me causaba mucha gracia.
Mati trajo a varios amigos y amigas entre ellos su prima Helena que era una muy buena bailarina, nos saludamos y se presentaron con Margarita su anfitriona, ellos le habían comprado ocho twelve pack de cerveza para animar la fiesta y sí que lo consiguieron.
 La casa llena o mejor dicho invadida de colores que jamás habían sido vistos ahí, personas bailando sin hacer escándalo, bebidas por todos lados y mucha seguridad al saber que mis amigos estaban conmigo, no solamente Mati, Helena y Margarita sino muchos más. Música moderada para poder conversar, eso fue una acotación mía porque no me agrada una fiesta que no pueda expresarme, en este caso conversar.
La música algo extraña, obvio, de la selva, pero no toda la noche fue así porque Margarita bajó el volumen de su computadora y empezó a aplaudir e inmediatamente traduje esa señal, eran aplausos que simbolizan que se viene una salsita rica y la gente se unió con los aplausos. Mientras empezaba la canción esto ya era un alboroto total, todos o casi todos estaban en la pista de baile sacudiendo el esqueleto y demostrando lo bien que bailaban para ligar a quien sea, en todo caso a mi no me agrada mucho bailar mucho porque fui dotado de unas buenas piernas que francamente son un fiasco para bailar salsa, no sé si se note en mi cara que no sé bailar salsa o tal vez mi gestualidad me delate aunque no del todo porque Helena animosa y graciosa a la vez me arrastró a la pista de baile asumiendo que esta vez sí –o por fin- lo haría bien y sí, creo yo lo hice bien porque bailamos una salsa romántica pegaditos los dos, sintiendo nuestros latidos y conversando de cosas privadas. Recordamos nuestros viajes a pueblitos desconocidos por muchos dentro de Lima y de lo mal que le caigo al inepto de su papá, que es un personaje agresivo, iracundo y grotescamente militar, un autoritario, un hacedor de planes para asesinar a personas que no le agradan –que seguramente estaré en su lista- y que alguna vez discutimos en su oficina en frente de toda su familia, ellos no sabían a dónde irse, se oía un cuchicheo en el salón, muchos sólo miraban las pinturas y ése alce muerto clavado en su pared que seguramente también nos miraba, luego que se detuvo le di la mano y me fui a otro ambiente, HHelena y sus primos nos acompañaron cuando un señor se me acercó y me dijo «Muchacho te defiendes bien y no te preocupes aquí sabemos que tenías razón pero estás en casa ajena. Eres muy inteligente», «No soy inteligente, soy un lector»-le dije. Sonreímos y brindamos mientras sus primos se reían por cómo desafié al ex Comandante Rothstein.
Bueno en todo caso sigo siendo aquel personaje incómodo en las reuniones familiares ajenas lo que le parece divertidísimo a Helena porque siempre me invita a su casa para las festividades.
Helena es una bailarina fenomenal y creo se limita conmigo por cuestiones obvias, hasta he llegado a creer que estudió también para aquel menester por otro lado yo a veces miro los pies para no perder el paso o terminar pisándola. Mientras que continuábamos bailando hablábamos sobre nosotros o al menos lo que fuimos, yo me puse un poco hot por el tema
sumado además por el alcohol ingerido así que le dije « Pídeme que sólo estaré hoy» mientras tocaba sus cabellos con mis manos, los olía y respiraba cerca de su  oreja, tarareando la salsita romanticona y, Helena me miró a los ojos –que no son para nada chinos como dijo el cobrador- y sonrió, luego dijo «Quiero ir a tu apartamento, pero tengo miedo» «Miedo  a qué» –dije, «Miedo a no verte por la mañana», «Estaré siempre ahí para ti» –dije sin pensarlo, causa y efecto, ella aplicó la clásica agarradita de pompis en frente de casi todos mis amigos y amigas como dándoles a entender miren todos, esto es mío, cosa que me molesta un poco porque no soy un trozo de carne aunque muchas personas me han dicho que tengo unas buenas o buenísimas nalgas que seguramente las tengo.
Primer acto, besuqueo hasta llegar a la sala porque quise hacerlo en el mueble pero acertó creo yo ya habiéndome estudiado que si lo hacíamos ahí amanecería sola, me arrastró a mi cama y nos desvestimos como si fuera nuestra última noche juntos, me dijo cosas tan hermosas que me parecía que ella quería llevarme a la cama y que recordara ese momento, me abrazó y mientras estaba encima de mí me besó en la frente, un beso largo que hizo que me detuviera y unidos los dos, le pregunté «Qué pasa» y me dijo «Te amé pero ahora eres uno de mis mejores amigos», sonreímos agitados y me abofeteó, eso sí no lo esperaba, y luego me dijo  «Te odio
Callamos y…

Segundo acto, el alba tocó mis párpados, me levanté y ella estaba conmigo abrazada, casi entrelazada. Comencé con su boca, le mordí el labio y me sonrió, un beso fugas. Me dijo que quería desayunar jugo de naranja con mis panecillos al ajo, que me salen de lujo entonces fui a la nevera  y saqué la mantequilla, el pan ya lo tenía en el repostero –guardo pan de otros días por razones de casa, por mi mamá- saqué el ajo y el orégano. Presto, todo listo en la mesita de vidrio, con el jugo de naranja en un vaso especial para Helena, un plato de cerámica que compré en Huaráz y yo mirándola fijamente como un león acongojado o abrumado por tanta luz sin sol.
Helena me dijo que tenía algo que contarme pero que de alguna manera me debía de enterar y qué mejor que de boca de ella, «Me caso en cinco meses y estás cordialmente invitado» –dijo. Yo completamente pasmado o “colgado” como dirían mis amigos, pues así me quedé.
Frío como un témpano de hielo en invierno, la abrasé y le dije «Te agradezco mi querida amiga».
Mirándola mientras desayunaba recordaba todos los felices momentos que pasamos, sus manías corregidas por mi y que tanto ella odia porque ahora me recordará más. Como el no poner los codos al comer o cómo coger las copas, o los palillos, el montar a caballo, el aprender a fumar cigarrillos  y muchas cosas más. No miento si juro que hubiera dado la vida entera por ti Helena, ya ves, tú que tanto me has besado y enseñado.
Mi laberinto de luz se casará en cinco meses.
Terminó de desayunar y dormimos por última vez, sólo que esta vez ella me dejó. Aunque no debería contarlo pero así fue. Me dejaste desnudo y con la botella de  vino  abierta con dos copas, una marcada con tu labial carmín y la otra servida hasta la mitad, debajo de la cubeta de hielo unas líneas sobre mi pañuelo blanco que decía «Gracias por alegrarme esta jodida vida, te quiero».  Entendí lo que quiso decir y sólo seguí durmiendo.
Los días pasaban y yo seguía pensándote, recordando aquellos tiempos junto al piano, no de cola porque pesa mucho, era uno electrónico y muy ligero no como el que tiene tu padre, ese cascarrabias que aun recordará porqué me odia tanto y yo a él. Bueno, es hora –una vez más- de dar la vuelta a esa página sin fin, total yo seguiré adelante y tú igual.
Camino hasta donde están mis cajas que hace muchos años no las abría y encuentro mi tan nombrado piano, me entró una alegría de aquellas y rápidamente lo desembolsé  y lo puse al lado de la mesita de vidrio para tener un apacible paisaje pero eso no es todo pues al lado del piano había una especie de papelógrafo grueso con imágenes pegadas, impresiones que hiciera cuando era más joven además de tener palabras como día brillante, medias sucias, ramera, cosas por el estilo, que gratificante tenerlo en mis manos pensé que los había arrojado a la basura mi madre cuando me mudé de su casa, corro a la cocina para traer un vaso con agua y seguir en mi viejo menester, cuelgo el papel en los clavos que sostienen los cuadros y me animo a tocar, cerca de hora y media tocando canciones de Alejandro Sanz, Gianmarco, Joan Osborne, James Blunt francamente una delicia oírme, estuve concentrado como pocas veces lo hice mientras tocaba porque algo tenía que suceder y esta no era la excepción porque sonó el teléfono con su maldito ring ring, contesto con el clásico a y era Margarita, «Hola qué tal» –dije, ella me contó que estaba en el supermercado comprando insumos para su almuerzo y cena pero hoy yo no tenía ganas de ir al supermercado así que le propuse ir al mercadito de la vuelta y encontrarnos en diez  minutos en el parque que está a la vuelta del supermercado, me meto un duchazo veloz y me visto, un short  azul que ya estaba algo gastado y un polo nuevo ,azul también y zapatillas negras salgo trotando de mi casa y bajo las escaleras cuando el portero me saluda y me dice que si le puedo prestar mi móvil para hacer una llamada urgente que el suyo se le olvidó entonces recuerdo que yo estoy igual que él, sin móvil, le digo que pronto se lo presto que lo olvidé y que subiría a buscarlo, subo y rebusco por todos lados menos en su lugar, o sea al lado de mi cama, cinco minutos más o menos, entonces bajo y le ofrezco lo prometido y César llama a su mamá preguntándole que si está bien porque aparentemente se había hecho un corte en alguna parte de la mano mientras cocinaba, termina su llamada y me agradece, ya me quedaba sólo un minuto para llegar a tiempo pactado ergo el trote se volvió una maratón de metros y metros ya para cuando llegué al parque estaba algo agitado y Margarita en la otra esquina parada también, mirando su reloj. Luego levanta la mirada y me ve de lejos, me acerco y la saludo, le expliqué qué había sucedido y se apenó por el corte de la mamá del portero, caminamos rumbo al mercadito y mis caseras me saludan y me llaman para que les compre a ellas y no a otras, Margarita quería comprar en todos lados así que le pregunté que qué iba a cocinar y me respondió que estofado de carne, y le dije «¿Carne, y carne de qué?», «De res pues» –dijo, y le expliqué que era mejor decir carne de res porque carne  puede ser de cualquier animal, en todo caso compramos carne de res, alverjas, zanahorias, especias, arroz entre otras cosas más. Ya habíamos caminado cerca de treinta minutos en el mercado de la barahúnda y creo yo ya merecía un pequeño descanso y una buena ducha  así que al llegar le dije «Gracias por acompañarme al mercado» y ella dijo «Al contrario, gracias por traerme por allí», bueno acelero y abro mi puerta camino a la ducha y procedo a hacer lo mío.
Después de la ducha me doy cuenta que no había traído ropa interior y tampoco estaba mi toalla así que renegando fui mojado –y mojando- hasta el otro lado de mi cuarto para sacar la maldita toalla dobladita –cosa que casi nunca hago- y el bendito calzoncillo, como resultado mojé el corredor de la ducha y mi cuarto, imaginaba que luego tendría que trapear para no caerme y tal vez dislocarme un brazo o torcerme alguna parte de mi cuerpo. Me cambio rápido y a trapear con la fragancia que me agrada, una de una flor en particular.
Ya a eso de la una y quince del día decido qué voy a almorzar, bueno la verdad ese día no me apeteció carnes por lo tanto sólo comí frutas, no porque estuviera a dieta ni nada de eso, sólo que se me antojó eso, luego de almorzar regreso al piano a seguir dándole al recuerdo hasta que me canso y me tiro en el piso mirando ese papel gigante que fue hecho con mucho sentimiento cuando estaba en secundaria, tenía algunas fotos de mis ex amigos de mi promoción, y digo ex amigos porque sinceramente luego de finalizar la secundaria, la famosa promoción de amigos se distanció aunque algunos todavía nos encontramos porque nuestra amistad prevaleció al tiempo y la distancia.
Sin planes para la noche decidí invitar a Margarita para salir a algún lugar con la gentita o sea con Mati y Helena, le toco la puerta y escuchaba una canción conocida que Margarita cantaba y decía «What if God was one of us, Just a slob like one of us, Just a stranger on the bus, Trying to make his way home», la reconocí de inmediato porque la escuché en una película que se llama Vanilla Sky de Tom Cruise , ella sale  moviendo la cabeza como rockeando y le digo que si quiere salir conmigo, con Mati y con Helena y ella acepta  con una expresión de duda.
Quedamos que nos encontraríamos en el corredor de nuestro piso a las nueve de la noche en punto, recalcándole a Matías eso porque es un tardón –como yo- y no llama para decir que llegará tarde, bueno ya a la hora pactada llegan, se suponía que seríamos cuatro pero apareció un pata más al lado de Mati, nos saludamos y dijo «soy Samuel, amigo de Matías», « yo soy Eduardo amigo de Helena», para variar Mati no me dijo que traería a una punta más, dicen que entre más gente, más diversión, eso estaba por verse. Luego sale Margarita y saludó a todos y me extrañó que le llamara por su nombre a Samuel porque era obvio que yo nunca lo había visto, inmediatamente Margarita se pone a su lado, -aquí hay algo, pensé- y enérgicos salimos todos a una disco a divertirnos, tomamos el taxi en la puerta del hotel pero cuando estábamos por subir la llaman a Helena al móvil, ella da la dirección, el nombre de la disco también y se despide, ya no pregunté quién era, callé. Al llegar a la discoteca el ambiente me pareció muy positivo, nos sentamos y pronto nos atiende una chica muy linda y nos dice si vamos a beber algo, pues era obvio que sí y de ser posible toda la barra, al inicio pedimos todos cerveza pero luego ya cada uno escogía lo que más le placía, por ejemplo a Helena le gusta el Martini igual que a mí, a Mati la cerveza y a Margarita también, a Samuel le gustaba el cuba libre así que a beber y a conversar, la música muy buena Electrónica, House, Natural, y una que otra del Pitbull, Daddy J, Dn Omar, Tego, Calle 13, aquí todos empilados bailando una del Pitbull que presumo se llama Blanco, -muy buena canción- luego cansadísimos nos sentamos riéndonos, de la nada Samuel muy pegado con Margarita y como ya estaba definido Helena y yo solamente amigos y Mati, ¿y Mati, dónde está? , estaba intentando ligarse a una señorita muy muy linda y le funcionó, la trajo a nuestra mesa, empatizaron de inmediato, luego nos presentamos  y muy agradable la chica, al rato Helena se va a los servicios higiénicos y regresa a la mesa y dice que ya vuelve, bueno lo siguiente algo incómodo para mí porque Helena regresó con su novio de la mano, como es debido se sentaron y nos saludamos, él ignora nuestro pasado y tampoco tendría por qué molestarle porque yo sólo soy el pasado y él es el novio.
No imaginaba que el novio era un bailarín fenomenal, en la pista de baile opacaba a todos y a mi pues no me opacaba, me pisoteaba y barría con migo. Todos con las manos arriba, todos menos yo…los demás en pares y yo mirando mi copa media bacía o media llena, depende de tu punto de vista. Ya estaba algo aburrido de estar solo en muchas ocasiones en la mesa, así que salí de casería, unos quince minutos de fracasos hicieron que me diera cuenta que hoy era día de bebidas y de nada más. A darle hasta el fondo pero midiéndome, tampoco quería llegar hecho pedazos a mi casa.
Ya plan de tres de la mañana salimos de la disco a comer algo y luego a ver qué salía o a ver qué hacíamos luego. Nos fuimos al carrito sandwichero de la esquina para bajar el trago con comida y luego irnos a parrandear a la casa de alguno de nosotros cuando al increíble Samuel se le ocurrió invitar a Margarita a su casa, claro solo a ella, nosotros nos miramos –o sea el grupo- y bueno, que haga lo que quiera total ya está grandecita. Nos despedimos y me fui con Mati, su amiguita y Helena con su novio a mi casa a seguirla.  Llegando a la casa subimos por el bendito ascensor que le guardo distancia, iba a subir por las escaleras pero Helena y su novio insistieron que sólo sería un instante, y así no fue… fue una eternidad. Giro la llave y abro la puerta hago que entren ellos primeros y que se acomoden donde quieran mientras Mati y su amiguita no entraron aun, Mati me explicó que tenía un vodka y un Martini en su casa que iría a traerlo y que Pamela le acompañaría por si aparece Drácula, no pretendía que me dieran más explicaciones porque hay cosas que se ven de inmediato y el sexo era percibo en el aire, sólo esperaba que no se demoraran mucho porque quería conversar amenamente con todos. Suben a -dicen ellos- buscar el vodka y bueno yo entro a mi casa cierro la puerta y cuando giro veo a Helena tocando el piano sentada en el cojín que me senté en la mañana mientras ella deslizaba sus dedos sobre las teclas provocando un sonido angelical del cual me quedé encantado cual serpiente ante el domador, ella levantó la mirada y sonrojada me miró y me dijo que aprendió a tocar por mí, «pero yo nunca te enseñé», dije, «lo sé» –dijo ella. Sonreímos todos y fui a traer las cervezas que tenía en el refrigerador unas verdes para cada uno, le pregunté a Pepe si quería cigarrillos, lo mismo a Helena ambos aceptaron pero Helena me dijo que quería fumarlo en mi pipa, bueno fui a buscarla y mientras entraba a mi cuarto a abrir el cajón y sacar una de mis tres pipas oía a la distancia que pelaban por esa pequeñez, era un detalle que él ignoraba sobre ella, a Helena le fascina fumar con pipa entonces me apresuré y se la entregué ella rompió un cigarro y lo puso en la pipa luego lo prendió y me lo pasó mientras prendía mi computadora para poner buena música o la que escuchamos nosotros, al cabo de unos veinte minutos aparece Mati con Pamela, cansado el gurí y ella con mejillas coloradas, alegres ambos con una sed incalculable y con el bendito vodka-Martini en las manos.
La pasamos de puta madre ahí, Mati rompió tres copas y prometió comprármelas, Pamela durmiendo en el mueble y Mati a sus pies, Helena y Pepe  sentados, cabeza con cabeza durmiendo en el otro mueble y yo no quise dormir en mi cama porque me parecía una falta de respeto hacerlo pues si ellos dormían incómodos yo también, ahora somos un grupo –momentáneo- así que fui a mi cama y retiré las colchas y sábanas y las traje al piso de la sala, me metí una buena acurrucada y a dormir hasta que el sol me dé en los párpados.
Despierto a las siete de la mañana con los ojos rojos y el pelo hecho un laberinto y con una sed de mierda, corro a la cocina y saco un vaso y lo lleno con agua. Beber agua, eso sí es gratificante y refrescante ,cerca de un litro bebí y satisfecho regreso a tirarme a los colchones  y seguir durmiendo cuando Matias despierta con su clásico bostezo de búfalo gritando ¡buaaaaaa! y despertaron todos somnolientos y resaqueados mirando a la nada pero con un fin común, beber agua. Fueron en filas y cuando regresaron ya no tenían sueño, algo extraño querían conversar, seguir conversando, yo francamente aun seguía medio borracho y asumo que los demás también, esta vez la felicidad duró hasta la mañana. Sugerí ir a desayunar al mercado y Pamelita cayó víctima de la intoxicación del día anterior  corrió al baño a vomitar, a mi me dio risa pero a Pepe no, Helena le decía «cálmate cálmate», el pobre Pepe estaba a punto de caer en la misma situación que, que, cómo se llamaba la amiga de Mati, bueno no importa, corrí a traer un recipiente para Pepe pero felizmente no pasó nada, Mati inmediatamente se quiso parar pero no pudo y se arrastró cual gusano de yuca sobre el piso rumbo el baño a ver a su amiguita, o algo más que su amiguita. Pasara lo que fuere yo no limpiaría el baño, de ninguna manera, Matías la trajo y se lleva todo lo que es de ella, incluido vómito.
Ya era casi imposible retomar el sueño, es extraño pero una vez que me despierto no puedo volver a dormir así que prendí la radio y conecté el móvil para escuchar música y al no tener mucho qué hacer intenté limpiar y ordenar algunas cosas que por la fiesta pasada quedaron rotas y fuera de lugar, pero fue muy aburrido. Luego se fueron sabrá su dios dónde.
Al día siguiente recordé que Margarita no había venido con nosotros y fui a buscarla, le toqué la puerta, la llamé al teléfono fijo, al móvil y nada funcionó, al parecer se había quedado con aquel muchacho que desconocía.
Anduve unos tres días preocupado por ella, imaginaba que la estaba pasando bien, saliendo de aquí para allá, conociendo otras personas con otros intereses y espero los conozca bien o al menos los sepa reconocer si es que alguien –sino muchos- tratan de sobrepasarse con ella y sé se haría respetar ella misma porque es algo atrevida mi amiga de voz rítmica, agregándole que tiene unos buenos brazos que si te diera una bofetada enfurecida te hincharía el rostro a tal punto que ni tu madre te reconocería, así es Margarita.
Intenté apartar el pensamiento de preocupación y dedicarme a mi trabajo porque tampoco voy a estar detrás de ella, ya es su responsabilidad.
El día está extraño, está muy claro pero a mi izquierda unas nubes amenazan con precipitarse y dependiendo del viento acompañado de su velocidad y dirección asumo que estoy desconcertado.
La gente pasa y pasa por la calle y una pareja se detiene a comprar en la chocolatería que está al lado de una barbería y al lado de la tienda de libros -o como diría Mati una libroteca- donde suelo comprar mis libros pero no recordaba a la chocolatería, es más, ni ahora la recuerdo. Entonces entro a chismosear a la chocolatería y a comprar algún dulcecillo, la pareja de la mano, él, pues, feo y ella una mujer de rasgos asiáticos de muy lindos ojos y de figura estilizada muy delgada pero sin exceder el parámetro de la belleza y el daño físico a su figura. ¿Qué hace una mujer delgada en una chocolatería y con un novio feísimo? Parece adivinanza ¿no? Pues yo me preguntaba lo mismo. Compraron muchas piezas de chocolate relleno con frutas y licores, pagó en efectivo y entonces ocurrió lo inevitable, él recibió una llamada y para mala suerte su móvil estaba en altavoz y tontamente contesta sin ver el número y dice «¿Hola?» y responden del otro lado « Hola mi amor, estoy esperándote en la plaza, ¿a qué hora llegas?», él no sabía dónde esconder la cabeza y ese fue su error, el no saber disimular su engaño y para cuando quiso decirle a su acompañante que era un número equivocado, ella ya había decidido irse sin hacer desplante como una dama, y como dama se llevó las docenas y kilos de chocolates que aun el tipo no había pagado y tenía el efectivo en mano, yo naturalmente me acerqué y le dije «disculpa, ¿tienes hora?» el tipo arisco ya por lo sucedido me dijo «No tengo», mientras miraba su reloj de mano y seguramente calculaba el tiempo para llegar a dicha plaza.
Ya habiéndose retirado el tipo me acerqué a la barra y observé la inmensa variedad de formas y tamaños de los chocolates, aun sonreía por los momentos pasados y pues a mí me daba risa la situación jocosa, de pronto una señorita me aborda y me empieza a hablar sobre los chocolates, yo extrañado le miraba los labios y su forma de abrir y cerrar la boca, no le prestaba atención a lo que decía, era impresionante cuantas palabras salían de su boca era como una ametralladora, le dije que si tenía alguno con maracuyá o con ron y frutas al mismo tiempo a lo que ella dijo «Sí, tenemos una variedad interminable» ,inmediatamente fue donde su amiga  que imagino fue su jefa porque sostuvieron una acelerada conversación un tanto subida de tono y me miraban de reojo entonces la –tal vez- jefa me dice que sí tiene lo que yo estaba pidiendo pero que demoraría media hora que si pudiese volver en ese lapso, algo emocionado por conseguir exactamente lo que quería le dije que volvería, entonces pagué y salí a dar unas vueltas. A las cinco y cuarenta y cinco de la tarde tendría que regresar a recoger mis dulces y al salir voy a hacia la izquierda y me topo con la dichosa libroteca, ¿por qué no? entro, saludo al hombre que siempre me atiende y me tomo mi tiempo, paseo por el lugar, subo y bajo escaleras buscando al elegido del mes, esta vez no estaba de humor de libros para entretener la mente, como les digo yo a los libros de fácil entendimiento o de digestión mental como dice mi hermano Jorge, no, esta vez me detengo cual estaca en el piso y girando la cabeza veo la portada del libro a un hombre de piel entre naranja y rosada, a los que comúnmente les dicen blanco, con un terno negro, camisa azul italiano y una corbata horrible.
Know How, así se titulaba dicho ejemplar que es según lo poco que leí un libro para mejorar el desempeño de los líderes exitosos de los demás. Interesante fraseada, cojo el libro y le digo al dueño que quién es Ram Charan y no encuentro respuesta pero me ofrece su computadora y que conjuntamente investiguemos sobre el personaje, buscamos el google-san y pues Ram Charam nació en la India e inició su recorrido de gestión en la tienda de zapatos de su padre dónde luego se logró como ingeniero y después obtuvo un MBA en Harvard, para mi sorpresa el sujeto había trabajado en muchas empresas gigantescas y ahora es considerado un gran líder del conocimiento. Definitivamente me convenció así que lo compré.
Muy emocionado salgo con mi bolsita muy elegante con el logo de la librería que cálidamente siempre le abre sus puertas al conocimiento. Salgo para acercarme a la chocolatería de al lado, entro y entrego mi boucher  y me dan mi entrega de chocolates con ron y frutas por dentro, les doy las gracias y antes de irme pruebo uno al azar para ver si pasa mi control de calidad, gustosamente había pasado la prueba con un 8/10, me despido y regreso a la librería para endulzarle la tarde a ese buen hombre con cara de ratón, que seguramente ya sabrá que Mati y Helena le dicen« el ratón de biblioteca», lo saludo nuevamente y le ofrezco dos chocolates, el hombre con cara de ratón sonríe como si le hubiera dado queso y me da un cupón de descuento del 20% en libros de gestión, agradecido paso a retirarme.
Al regresar a mi casa meto una vez más la mano a la bolsa y siento que aún quedaba cerca de 20 chocolates, algo extraño pues no pedí muchos, aunque en realidad tampoco dije cuantos y para sorpresa veo mi recibo y decía algo sobre una entrega especial de 30 chocolates rellenos con frutas y ron, eso no era lo malo, lo que sí era malo era el precio, nunca pagué tanto por unos chocolates que sabía no los terminaría, una vez más eso me pasa por descuidado, sin preguntar cuánto costaban sólo pasé mi tarjeta y listo, me lo cargaron, seguramente por eso me sonrieron hasta que me fui, seguramente. Bueno del error se aprende. Prendo el televisor y no encuentro nada bueno excepto Gantz, un anime japonés de alto calibre que ya en tiempos pasados lo vi y debo decir muy interesante además que me quedé pegado con el manga que recuerdo lo dejé alrededor del episodio trescientos diez, si mal no recuerdo, bueno en todo caso ya estaba acabando, una vez más estaba descartado y sólo me quedaba escoger una de las tantas películas que tengo y ponerla en el reproductor dvd, esta vez la seleccionada fue Una mente brillante, excelente película y de muy buen contenido, sentía que algo faltaba, pues claro la cancha, palomitas de maíz, pop corn o como quieras llamarle, ya en la cocina preparo canchita como para cuatro personas sabía que me tendría que comer todo eso, esa era la intención y para bajarlos lípidos una jarrita de toronja con vodka para poner amena la tarde.
Al finalizar la película una siesta, que a nadie le cae mal y pues algo adormecido por el vodka intento dormir. Y lo conseguí, solo que esta vez tuve un sueño en donde era perseguido por unos vándalos que para mi mala suerte estaban armados, yo corría por todos lados en un laberinto de calles que desconocía pero en una esquina encuentro tirada un arma y la recojo, me subo al balcón de una casa y desde ahí empiezo a cazar a los malhechores, luego del tiroteo y de haber acabado con todos me miro el pecho y me doy cuenta que me han disparado y estaba herido de gravedad, con la vista nublada empiezo a caminar por las calles y de pronto suena el móvil y despierto, veo el número y no lo recordaba, tres de la madrugada, bueno a contestar, «¿sí?» –contesto, y era Margarita ebria diciéndome que estaba en un lugar llamado Parque Salazar cerca del Larcomar. Ella no recordaba lo que había hecho pero sí el nombre de la disco me dijo que era Aura, en el momento le pregunté « ¿Cómo llegaste al parque?» -repensaba yo la respuesta, indignado y preocupado por el suceso le digo que iré de inmediato que trate de buscar un lugar seguro donde esperarme, que todo saldrá bien. Lo que un buen –tonto- amigo tiene que pasar, en todo caso el sueño tampoco era dulce ni prometedor.
Levanto la mano para parar un taxi y no me hace caso, luego de unos minutos uno se detiene y le digo que cuánto hasta Larcomar y me da una cifra totalmente exorbitante, le digo que no, que alguito menos y contraataca diciéndome que es de madrugada y que nadie me llevaría, resignado acepto y le digo que se apresure. En el auto preocupado y fresquecito por el microclima del interior y yo con ropa ligera porque no quise cambiarme la pijama. Pasaron cuarenta minutos, creo, y después de dos cuadras de aquella avenida encuentro a dicha señorita sentada y con un cigarrillo prendido ya menos chispa que antes, le digo al taxista que se detenga al lado de esa banca y le digo a Margarita que entre, al inicio no me hizo caso, de inmediato me bajo del auto y le digo que soy yo, ella me mira como dudando y me abraza, la meto al taxi y la fiera estaba domada, dopada y dormida, el taxista miraba por el espejo retrovisor a Margarita mientras me abrazaba en su embriaguez.
Pero qué afán de embriagarse el de esta muchacha, imagino olvidará mucho de esta noche y recordará detalles, tal vez errados o no, pero igual le preguntaré qué sucedió. Subimos por el ascensor –maldito ascensor- porque no quería cargarla hasta nuestro piso dónde habitamos, le rebusco su cartera y cojo sus llaves, abro su puerta y todo se veía impecable, la acuesto en su cama, la arropo y me retiro. Mientras cruzo su puerta veo una mano que saluda, Margarita se había despertado, le dije que se acostara que luego se le pasaría la embriaguez, por segunda vez la acosté y se durmió.
Enciendo un cigarrillo y pienso que en realidad no conozco a Margarita, sólo unos meses bastaron para que me agradara pero en general aun no la considero una amiga confiable aunque veo que yo a ella sí, o tal vez no, simplemente marcó un número al azar y acertó con el mío y yo fui a rescatarla como buen amigo, pero debo reconocer que fue una buena acción y que merezco unos cigarrillos más ¿pero quién fuma cigarrillos teniendo cerveza en su refrigerador? Saco mis bebidas gasificadas y nutritivas para acompañar a los puchos, me asomo a las ventanas y las abro para que el humo no se quede en mi habitación, me agrada a veces tenerlo de compañero, hoy no es el caso. Una linda madrugada, un lindo solitario cielo púrpura, casi sin estrellas y con una luna indiferente, ya se me iba acabando la cerveza y nadie me la vendería a estas horas, decidí quedarme unos momentos más y refrescar mi memoria mientras sigo encendiendo cigarrillos.
Luego de unos días de pasar aquella incómoda situación decidí invitar a correr a Margarita con nosotros, le tocamos su puerta  muy temprano Mati, Helena y yo pero no encontramos respuesta, tocamos otra vez y nada, bueno imagino que Margarita tendría un sueño profundo –como le dicen- y no nos oyó. Brincando como canguros con mochilitas y aplaudiendo como focas bajamos trotando las escaleras haciendo escándalo al son de arengas que Helena me enseñó y riéndonos de cualquier cosa, salimos a la calle a buscar un parque para correr y hacer algún tipo de flexiones más, Mati quería ir al parque que está cerca del mercado pero Helena quería ir al parque que queda cerca de unos colegios que ciertamente estaba más lejos que el del mercado, a mi me daba igual ir a cualquiera así que a tirar la moneda y primero las damas, Helena pide cara y Mati obligado el sello, él lanza la moneda al aire y al caer al suelo rueda como poseída por el diablo y se mete por un orificio de una rejilla del drenaje al lado de la pista, todos nos mirábamos las caras  con los cachetes llenos de aire a punto de soltar las carcajadas.
Riéndonos por lo sucedido saco yo la moneda del bolsillo y la lanzo al aire pero esta vez hacia mi mano tal como lo hacen los árbitros de fútbol, lentamente descubro cuál fue el resultado y antes de decirlo Helena grita «Gané, gané», yo sólo reía sin saber cómo se había dado cuenta la afortunada Helena, así que sin protestas formales ni informales, caballero a partir hacia el parque más lejano, el de los colegios.
Trotando por las calles mirando a las personas mirarnos con nuestros sexys trajes deportivos íbamos los tres mosqueteros rumbo al parque a quemar algunas grasitas y soltar toxinas, mientras cruzábamos la pista miré a una señora que vendía desayuno en la calle, entonces le digo a Helena –que era la líder- que si nos podemos detener porque tenía hambre al no haber desayunado antes de salir de la casa, de mala gana acepta, le digo a la señora qué tiene para ofrecerme, gustosamente me dice el nombre de cinco bebidas de la cual escogí el jugo de piña y un pan con pollo deshilachado sin mayonesa, porque estoy seguro que de haberla pedido, Helena me habría dado el sermón de la mañana por las calorías y toda esa onda en que ella está metida, que francamente no es su estilo pero al estar tanto tiempo viviendo con su prima de invitada en su casa imagino que se le quedó ese detallito no muy agradable. Termino  en un santiamén y me doy cuenta que sólo tenía aquella moneda que lancé al aire y ninguna otra más, miro a Helena y no me hace caso, «Mati préstame dinero» –le digo- felizmente de buena manera acepta y me paga el gustito mientras contesta su móvil diciendo «la llave está en el macetero de la esquina del corredor, llegaré en unas horas, okay, nos vemos», cosa sin importancia. Ya muy despierto y enérgico por el desayuno continuamos con el día.
Cruzando calles y más calles –trotando, claro- llegamos al parque elegido que desde un principio me pareció genial porque no había mucha gente, entonces cada uno prende su reproductor musical y nos ponemos sólo un audífono para oírnos a nosotros y a cualquier acción de terceros como un accidente o lo que sea, de colores nosotros como los  Power Rangers y a la voz de tres, iniciamos la carrera, después de nueve vueltas cae Mati y empieza a caminar cansado, a la vuelta trece me detengo yo exhausto y hago lo mismo que el buen Mati –caminar- mientras miraba a la maratónica Helena que finamente sudaba y se secaba con su muñequera mientras su cabello sometido por esa fea o feísima cola de caballo se movía de un lado a otro. Sorprendentemente Helena duró unas cinco o seis vueltas más que los holgazanes de nosotros.  Cada uno caminaba y descansaba hasta que simultáneamente nos unimos los tres en fila en la acera del parque, agitados por resistir a la carrera, conversábamos lo poco que podíamos hasta que descansamos lo necesario como para continuar un   par de vueltas más –según sugirió Helena- , yo en definitiva no estaba dispuesto e imagino que Mati menos, por lo tanto aceptamos sino Helena nos echaría a gritos, debo admitir que sólo aguantamos dos vueltas más y de ahí terminamos hechos polvo, felizmente la hermosa y sudada Helena comprendió que ya no podíamos correr más y sonriente nos invitó a la tienda más cercana a comprar bebidas para refrescarnos, y por supuesto aceptamos. Ya en la tienda veo toda clase de cosas pero me quedé hipnotizado por un sobre de gomitas que no comía desde que estaba en secundaria así que pedí unas y una bebida, Mati una cola light y Helena un yogurt bioactivo.
La cara de Mati cambió por un momento, estaba dubitativo, pensativo hasta que preguntó «¿Qué significa que sea bioactivo? »-yo entendía qué era dicha palabra pero Mati preguntó mirando a Helena así que ella sudada y encantadora le respondió que bioactivo significa que el yogurt tiene otro tipo de sustancias que mejoran el tracto digestivo, protege contra las infecciones intestinales, contribuye a la flora intestinal, estimula el crecimiento de bacterias buenas y aumenta las defensas. El pobre estaba ahora preocupado porque su yogurt habitual no hace nada bueno –según él.
Reposamos los alimentos sentados sobre el grass conversando y debatiendo que cuál sería nuestro próximo ejercicio, yo propongo las planchas, sentadillas, saltos y calentamiento de brazos variados a lo que ellos aceptan. Observo mi reloj y era las nueve con veintitrés de la mañana, entonces empezamos a hacer series de veinte planchas, veinte sentadillas y  treinta saltos. No duramos ni treinta minutos en hacer esos ejercicios para terminar hechos un mar de sudor. Mientras nos secábamos Helena sugirió que ya era hora del ritual, no tuvo mejor idea que hacernos acordar de eso tan bochornoso que alguna vez hicimos en secundaria con un grupo de compañeros más. Mati riéndose y yo avergonzado por hacerlo pues a esta hora las personas salían de sus casas con más frecuencia, Helena me presiona y accedo, total, es el ritual y nada puede ir en contra de eso, Helena saca su móvil acompañado de sus parlantes bulleros y escandalosos de su mochila y una vez más a la voz de tres… a bailar la macarena en la calle a todo volumen y con coreografía incluida.
La gente pasaba y se reía mientras nosotros bailábamos la rítmica Macarena, sinceramente me divertí haciendo el ridículo en el parque, completamente lleno de vergüenza aunque nadie de ese parque me conocía y seguramente a Helena sí. Moviéndonos como locos y sudados finalmente la canción termina y pasa un señor riéndose y empieza a aplaudirnos diciendo que estuvo muy linda nuestra coreografía, nosotros le agradecemos y se retira sonriente, Helena empieza a soltar una carcajada y dice que el señor era gay y que seguramente pensó que Mati y yo lo éramos también por eso se acercó con más confianza y convicción hacia nosotros, riéndonos por un rato más perdiendo la cordura, resucitamos de entre las gotas de sudor y caminamos al hotel a ducharnos pero Mati sugirió esta vez ir a su casa, aceptamos y haciendo equilibrio caminando los tres abrazados con Helena al centro con un solo pié cada uno, llegamos al hotel, subimos las escaleras y cuando Mati estaba a punto de abrir su puerta escuchamos un sonido peculiar.
¿Mi papá?
¿Qué hace mi papá aquí? –preguntaba yo.
Abro la puerta despacito y lentamente.
¡Hola hijo mío! –dice él, Hola papá qué bueno verte en tan inesperada visita y tampoco en mi apartamento –digo yo.
Vine porque recibí una invitación de Helena la cual decía que se casaría, gran sorpresa para mí, además aprovecharé los próximos días para visitar a su madre y a su padre –dice mi padre con gran entusiasmo.
¿Y cómo estás, ya tienes hijos, tu libro y el árbol? –dice papá con una expresión burlona.
No, la verdad es que para el hijo primero tengo que juntar más dinero y claro ubicar a la madre también, el libro es algo incierto su paradero y el árbol, pues tú sabes que después de aquel día de revelaciones antes de navidad dejé la agricultura por cuestiones legales. (risas) Espera, espera, dime algo.
Claro, pregúntame –dice papá.
¿Cómo es que tienes la llave del apartamento de  Matías? –pregunto yo mientras giro la cabeza hacia Matías lentamente.
Tu hermana me abrió la cerradura mientras yo cargaba las maletas, entré y decidí esperar a Matías porque sabía que vendrían aquí primero, él me lo dijo por el móvil hace unas horas, y por eso estoy aquí, feliz de verte y verlos a mis inseparables tres, como es de costumbre.
¿Sigues cocinando miguel? –dice él.
Papá es Miquel con Q. –respondo.
Mira muchacho yo te puse el nombre y si no me crees ve a ver a tu partida de nacimiento para que te convenzas. –Dice papá acotando.
Sí, lo sé, pero ya hace años no me llamo así, ¿o acaso quieres ver mi DNI? –digo riéndome.
Y dígame cómo está usted, tan hermosa y radiante señorita Helena –dice papá.
Yo, muy bien la verdad, hago lo que me gusta y en horario privilegiado, no me quejo de mucho, por cierto ¿cómo está Camila? –Dice Helena.
Ahora está Rubia, ya con los años le empezaron a salir canas, sólo unas pocas pero ella siendo rubia tener canas no era  elegante y se tiñó el cabello a su color natural para evitar esos cabellos que la vuelven irascible. –Dice papá.
¿Y no ha pensado en casarse? -Dice Matías.
No, yo creo que el matrimonio es sólo con el amor de tu vida y así fue. Pero no le digan a Camila. –Dice Papá riéndose.
Veo que tu apartamento no cambia mucho, ¿verdad chico? –dice papá refiriéndose a Matías.
Soy tradicional –dice Matías.
¿Tradicional?, ¡Tradicional mi abuela! Esto parece la época del virreinato con tus candelabros sin velas, tus cuadros de Pizarro, muchacho actualízate. –dice papá.
¿Me pareció o dijiste que Valentina estaba contigo? –Digo yo interrumpiendo la conversación.
Sí, pero fue a darse una ducha –dice papá.
¿Tienes fruta chico? , me muero de hambre y en el avión nunca dan buena comida, ya me tienen harto. –se queja el señor de cuarenta y  tantos años.
Salgo del apartamento de Mati y voy rumbo al mío apresurado, bajo las escaleras de dos en dos sosteniéndome de la baranda, abro mi puerta y ahí estaba ella, Valentina, mi hermanita, sentada en mi mueble secando su cabellera mientras ve el tenis en la televisión, voltea y me ve, se levanta y pega un brinco hacia mi diciendo: ¡Hola hermano, estás lindísimo! –pienso que seguramente sufre de presbicia-  ¿cómo te trata la vida?
Mi primera frase al verla después de dos años fue «Bájate, pesas», ella sonriente  trata de ahorcarme. Me siento a su costado y le doy un gran beso y un fuerte abrazo, también te extrañé –digo con ojitos cariñosos- sigues igual de hermosa, esbelta y feliz. Veo que por ti no pasan los años, ¿verdad?
Ni por ti. -dice tan linda Valentina
¿Tienes fruta Miquel? –dice ella mientras doy una carcajada.
¡Ay es que en el avión sirven una comida feísima, no sé cómo se la comen si es insípida, una agresión a la culinaria nacional.- dice renegando.
Lo sé, lo sé, por eso yo no viajo mucho. –digo.
Sí pues, es que eres un ingrato, yo que te escribo a tu correo electrónico y tú casi nunca contestas. Mamá decía que te encantaba escribirle, pero a nosotros ni siquiera un mensaje de texto. –dice algo enfadada.
¿Pero así me quieres, no? –digo yo.
Sí –dice ella, apachurrándome con sus bracitos.
Vamos, veamos juntos el tenis que esto se pone buenísimo porque está jugando mi tenista favorito y sé que es el tuyo también.
¿Y papá? –le digo yo.
Imagino que con Mati y Helena –dice ella.
¿No crees que sea mejor ir a ver el partido allá con los demás? –digo yo.
No, papá se aburriría al instante, mejor quedémonos aquí un rato –dice Valentina.
Ella empieza a olfatear y dice «Iuuff, apestas a sudor, cochino anda báñate, pero antes tráeme alguna fruta no seas malito. ¡Ah y lávate las manos!», me levanto sonriendo, le doy un beso en la frente y voy a hacer lo que me pidió para luego tomar mi ducha. Al salir me siento con ella a ver el partido de tenis que nos apasiona. Gritando punto por punto, renegando en cada momento adverso, ha pasado una hora y media y al final triunfa nuestro tenista pasando a la final de un torneo importante.
Valentina suspira y dice «Ahora sí, vamos donde papá.»
Mati y Helena saludan efusivamente a Valentina mientras yo les digo que tengan cuidado que no me la vayan a romper mientras se ríen, de pronto suena el móvil de Valentina y contesta diciendo «Sí, ya llegué, estoy con papá, Matías, Helena y Miquel, ¿tú cuándo llegas?, ah que bueno, entonces te espero, te quiero mucho nos vemos.»
¿Quién era? –pregunto yo.
¡Es una sorpresa! –dice Valentina.
¿Quién tiene hambre? –dice papá.
Yo. –Dice Matías mientras mueve su cabeza al son de la música.
Entonces vamos a comer a algún lado, ¿Dónde podemos ir?. Helena tú tienes mejor paladar que estos tres señores aquí presentes, ¿qué restaurant nos recomiendas? –Dice Valentina.
Pues eso depende de qué quieran comer –Dice Helena sabiamente.
¡Pollo a la brasa! –dice papá alborotando sus crespos.
Luego nadie refuta y con el silencio aceptamos.. Una vez más papá está en casa.
Antes de salir del hotel, le digo a mi hermana que se acomode a placer en mi piso, que mi casa es su casa pero que no modifique mucho mi sala, ¿y yo? –dice papá. Tú te quedas con Matías porque se llevan tan bien que no quiero incomodar –digo eso mientras sonrío.
Matías dice «Es una buena idea, además aquí tengo mucha fruta y de vez en cuando vienen unas chicas muy lindas a visitarme», papá acepta de inmediato con su cara de pícaro.
Al llegar al restaurant papá es el primero en ordenar el pollo, pide extra papas y ensalada más una gaseosa, a lo que Valentina dice «Papá tú sabes que no tomamos gaseosa, mejor pídete una personal», ya sé que no tomas gaseosa pero los chicos sí, verdad –dice papá.  Matías y yo miramos a Helena y ella dice: Hoy tengo ganas de tomar gaseosa.
El mozo trae el almuerzo y atacamos al pollo, mientras yo le pregunto a Valentina que cómo consiguió la llave de mi apartamento, a lo que contesta diciendo: Me la dio Helena.
¿Helena porqué le diste mi llave a Valentina? –pregunto instantáneamente.
Porque me encanta verlos juntos –dice achinando los ojos.
Después de mucho terminamos con el pollo y salimos a caminar a la calle cuando papá dice «Matías, mira esa lindura, anca ve y pídele su número», La conozco y seguro aceptará –dice él.
Se le acerca a dicha señorita y le dice «Hola Margarita te gustaría ir a tomar algo», claro –dice ella.
Buenas tardes hermosa dama, no le importaría que yo también me una a su reunión –dice papá. Margarita lo mira y luego se percata que yo también estaba por ahí, vuelve a mirar a ese hombre de cuatro décadas y tal vez algo más y gira su cabeza mirándome nuevamente –tal vez pensando que nos parecemos- , mi nombre es Ricardo, soy el padre de Miquel. –dice papá.
Mucho gusto yo soy Margarita, señor Ricardo, no me digas señor sólo Ricardo, a secas -Dice el señor Ricardo mientras Margarita sonríe.
Hola soy Valentina, hermana de Miquel mucho gusto. –dice Vale, presentándose sola.
 Bueno ahora que ya se conocieron vamos al FrostRock, pero es domingo y mañana trabajamos –digo yo. Entonces mejor no, muchachos dedíquense a trabajar mejor, descansen nomás.- Dice papá. Pero podemos tomar algo ligero y conversar en mi casa –dice Margarita, mientras nos miramos y aceptamos.
En el camino de regreso papá no dejaba de susurrarle a Matías que Margarita estaba «pa comer y pa llevar» –como dice él.
Finalmente llegamos y Margarita nos ofrece pasar y sentarnos donde queramos, papá atina a decirle que si extrañaba su tierra y ella responde que sí mientras va a traer unas cervezas.
Las horas pasaron volando y papá se embriagó en un instante, durmió un rato y luego lo despertamos para que mejor vaya a dormir que seguramente estaría cansado por el viaje y por el día, Matíse lo levanta de un brazo y se van juntos a dormir. Helena se despide al instante y se retira. Valentina conversaba mucho con Margarita así que le ofrecí que si ella quería se quedara un rato más que no cerraría mi puerta, pero ella me dijo que un ratito más y nos íbamos a lo que acepté. Ya al terminar la reunión las chicas se despiden como si se conocieran de muchos años tal vez remecidos y alegronas por el alcohol. «Hasta mañana» decimos los dos mientras cruzábamos el corredor. Ya colorada y algo mareada Valentina saca de su maleta ropa para dormir, un short corto turquesa y un bibidí amarillo, me abrasa y me dice al oído que Margarita es buena gente pero muy ingénua. Afirmo moviendo mi cabeza, ya,  ve a dormir –le digo, que mañana tienes que prepararme el desayuno de campeones, Valentina bosteza y me mira seguramente pensando «Eso es lo que tú crees».
Hasta mañana feo –Dice ella.
Hasta mañana bonita –Digo yo.
A la mañana siguiente despierto, me ducho y preparo el desayuno mientras Vale sigue durmiendo, luego me visto para ir a laborar, bajo y saludo al portero, paro el bus y oigo salsa romántica pensando que no estaba mal.
Durante mucho tiempo me entró la idea  de pedir un aumento, claro que sigue siendo una idea, de todas formas era casi improbable que mi jefe aceptara o mejor dicho el jefe de mi jefe. Converso con mi compañero al llegar al trabajo y le comento sobre el aumento y confiado responde «Es seguro, ve nomás cholito» ¿tú crees? –decía yo. Claro que sí, tú mereces el aumento aquí apoyas a todos, sólo no seas tan duro al pedirlo, trata de convencerlo al jefaso –decía Ariel.
Ya concluido mi tiempo de labor en la empresa doy un par de vueltas antes de subir a gerencia, Ariel me encuentra en el pasillo y me dice «Compare, mete las manos a tus bolsillos y busca tus huevos porque los vas a necesitar, qué esperas ve», río y pausadamente subo las escaleras, le toco la puerta al jefaso y una voz áspera dice «Adelante»
Buenas noches señor Ignacio.
Sí ¿qué deseas Miquel?
Bueno, mi visita el día de hoy es porque ya tengo dos años trabajando aquí en la empresa dando el cien por cien de efectividad en mis labores, y pues vengo aquí hoy para pedirle un aumento, no hace mucho hice unos cálculos y proyecciones con los flujos de la empresa, ha crecido respecto al año anterior en más del cuarenta por ciento, sé que es complicado pedírselo pero la verdad es que he empezado a asumir nuevos riesgos, invertir en mi educación y en mi hogar por eso necesito saber su respuesta señor Ignacio. –Decía yo, confiado por fuera pero blandengue por dentro.
Te he prestado mucha atención y sé que ha crecido –la empresa- de eso no hay duda, pero eso tampoco es motivo para  darte un aumento, aquí también hemos visto sectores para invertir, sabes. Anualmente se hacen unas encuestas internas de personal para saber el clima laboral y no descuidarnos en eso, tu área está bastante conforme contigo. Déjame unos días y te diré la respuesta Miquel –dice muy serio el gerente.
Gracias por la atención prestada –digo yo mientras me retiro.
Cierro la puerta y suelto el aire, aliviado. Ciertamente he trabajado bien, lo merezco.
De camino a casa pienso mucho en la fuerza que me dieron las palabras de Ariel que tal vez sin ese empuje no habría ido hoy si no el viernes o el próximo jueves, en todo caso seguiré adelante como buen hombre que soy.
Llego a mi casa.
Abro a puerta y sin ganas de bañarme me desvisto a medio camino quedándome en ropa interior dejando prendas en el camino cuando oigo que alguien más abre la puerta, giro el cuerpo y era Valentina, ella me mira y suelta una carcajada de aquellas, yo sigo caminando con mi calzoncillo celeste y medias negras rumbo a mi cuarto. Valentina riéndose dice: Hey tú, nudista no vas a –interrumpo su diálogo y le digo: «Hoy no hermana, no tengo ganas». Me recuesto encima de las cosas que no ordené en la mañana y duermo, o al menos eso intenté mientras que en la otra habitación mi hermana peleaba con el televisor, seguramente por el tenis. Me cubro con una almohada para no oír el sonido del peloteo de los tenistas, ya casi derrotado por el sonido del televisor quedo inconsciente sobre la cama de madera.
Empezaba a contar los días esperando la respuesta de si me iban a aumentar el suelo o no, tampoco estaba tan urgido monetariamente pero necesitaba saber si valía la intención.
Al octavo día llegó una carta blanca de borde azul, muy elegantemente escrita tenía letras negras y doradas, decía de título Sr. (Inventar un apellido para Miquel), abrí la misiva inmediatamente y me di con la sorpresa que el aumento había sido aceptado, con gran alegría anduve esa semana, le agradecí al Sr. Ignacio y continué con mis labores.
Para cuando llegó el sábado fui a visitar a mamá, compré muchas flores hermosas y debo agradecer a la señora que me las vendió que hizo una gran selección entre (escribir sobre nombres de flores) y unos cigarrillos. Ese día desperté muy temprano, el sol aun no salía y el cielo estaba medio gris, salí sin avisarle a Vale.
Tomo el bus verde con franja blanca que me llevaría a ver a mamá, al llegar le sonreí y mamá como siempre hermosa con esos crespos cautivadores, le conté que estoy bien, que Helena se casa y que me dieron un aumento. Ella callada y seguramente contenta, me recosté a su lado y me quedé callado pensando en mi dama inmortal. Dos horas me quedé dormido y al despertar ella seguía allí conmigo, le di un beso al viento, la miré y le dije «Nos vemos luego, te amo».
Después de un hermoso e íntimo momento me toca disfrutar del inclemente tráfico automovilístico limeño, mi pan de cada día, ya ni los taxistas se salvan de estos atracones. De qué vale tomar un taxi si demora igual que un colectivo a diferencia única de que en el taxi estás casi solo y en el colectivo, no. Este tráfico está validado por unas obras que están haciendo en Lima, están construyendo autopistas más anchas y seguras, más vías y el tan famoso metro así que no me queda de otra que tomar el colectivo, ya a medio camino me da ganas de bajarme a tomar desayuno en un café.
Me siento en un puff frente a una laptop que me prestan en el café que ahora es cibercafé, ingreso a mi cuenta de Facebook y a la de Youtube para ver mis videos favoritos y frecuentes mientras pienso que ya no estoy tan solo como antes, ahora tengo visitas, tengo a papá y a Valentina. Llamo a papá pero su móvil está apagado para variar, entonces llamo a Vale y le pregunto si quiere tomar desayuno conmigo y acepta, le digo la dirección que seguramente ya conoce porque ella es más ubicada que yo, entonces cuelgo y voy pidiendo un té con limón mientras espero a mi hermanita.
Alguien cruza la puerta de vidrio y algunos o casi todo voltean, yo me uno a ellos y Valentina llega vestida como para una pasarela europea, empieza a buscarme en el cibercafé hasta que me encuentra y sonriendo se me acerca y besa y apachurra, se sienta a mi lado mientras el público se le queda viendo seguramente pensando que soy un afortunado por tener a una mujer así, y tienen razón, soy un afortunado de tener a una mujer así, así de bella, así de fuerte y se lo debo agradecer a mi madre que en complicidad con mi padre me dieron la oportunidad de conocer a tan bella persona.
Vamos pídeme algo –dice ella mientras yo pienso que es mejor que ella escoja.
La verdad es que no sé qué pedirte, es que aquí los postres son extremadamente dulces, dime algo ¿Es difícil vivir con diabetes tipo uno?
No, sabes, yo hago mi vida normal como cualquier otra persona juego, bailo, troto, tengo sexo, hago de todo  pues eso nunca me limitó para nada –Dice Vale.
¿Pero imagino que al principio fue difícil, no?
Sí, pero una se acostumbra. Yo por ejemplo me inyecto insulina tres veces al día, te cuento que al inicio era extraño hacerlo sola y aun más extraño hacerlo frente a mis amigos que al verme pensaban que era adicta a algo intravenoso o padecía alguna enfermedad. Ellos siempre se preocuparon por mi pero nunca como tú lo hiciste y debo agradecerte por enviarme esas dosis a la casa, papá las recibió y me las entregó en la noche luego que llegara del trabajo, ahora él está ahí como buen protector. –Dice Valentina.
Papá siempre fue y es un hombre que de existir, merece ir al cielo contigo y Ángela para estar con mamá. –digo yo.
¿Y Ezequiel? –Pregunta Valentina.
Él merece ir abajo conmigo, él es mi gemelo malvado o tal vez yo sea el suyo (risas), pero regresando al tema, dime cómo haces cuando se te antoja comer un dulce. –Pregunto.
Me controlo, es fácil cuando tienes convicción. Como una barra de chocolate cuando se me antoja pero claro que no es seguido, sólo si se me antoja. –dice Valentina.
Ah ya, además mamá sabiamente escogió cuando era chica mi nutrición y mis medicamentos pues el manejo de la diabetes también implica una parte emocional muy importante, ella nunca se sintió culpable por mi enfermedad por el contrario, alguna vez me dijo: «Hijita la diabetes es un recordatorio que siempre te hará sentir viva, disfruta tu vida, ama y sonríe» -Dice Vale  emocionada.
Creíble, mamá es una genia. –Acoto yo.
¿Y mi postre? –Dice Vale media enojada y alegre.
La tomo de la mano y levanto la para que tomen nuestra orden.
(Escribir más)
Al terminar nuestro desayuno salimos a caminar por (escribir más)
¿Cuéntame algo raro Valentina? –Decía yo cuando era niño porque ella siempre hacía algo nuevo y divertido. Recuerdo claramente una de las tantas veces que le pregunté lo mismo y me respondió dulcemente que había encontrado un nido de pajarillos en el árbol del vecino pero que sólo los veía con los binoculares de mamá desde su ventana. Luego que eclosionaron los huevecillos salieron tres avecitas desnudas, la mamá ave los alimentaba igual que el papá, incansables ambos y también incansables los hijos porque piaban todo el día, los recién nacidos son barriles sin fondo Miquel, pero, al cabo de dos días ya no pude ver a los padres, oía a lo lejos que piaban los polluelos, me da mucha penita verlos tan solos y desprotegidos ahí arriba. –Decía valentina de cinco años.
Entonces porqué no subes y los criamos aquí los dos –dije yo de ocho años.
Es que tengo miedo de caerme del árbol, es muy alto y me dan más miedo las arañas que sé viven ahí porque el libro animales dice que hay arañas en los árboles que es su hábitat. Ya pues no seas malo, bájalos tú.
¿Yo?
¡Sí, tú hermanito!
Era imposible negarme  a tan pura expresión de bondad que salía de una pequeñita de cabello rizado y vestida de rosa.
Déjame idear un plan y mañana los bajo ¿sí?
¡Sí, te quiero mucho hermanito!
Pensé en muchos planes alucinantes como el de construir mi propia escalera, crear un traje a prueba de insectos pero al final tomé la decisión más sabia, fui a la habitación de papá y mamá y hablé con papá, le dije que si podíamos tener un par de mascotas más, él lo pensó por un instante y dijo que sí pero que no iba a aceptar conejos ni tortugas, de inmediato le conté sobre las aves y mamá reía, salí raudo a la habitación de Valentina para contarle la noticia pero ya estaba dormida en su cama. Yo, emocionado también, fui a mi cuarto a dormir porque papá me dijo que los bajaríamos mañana antes que él se vaya a trabajar.
Papá es un hombre de palabra y me despertó a las seis y cuatro de  la mañana, entró a mi cuarto y me dio un beso en la frente diciéndome: Hijo, vamos por nuestras nuevas mascotas, yo aun somnoliento y muy emocionado me cambié de ropa y sin tomar desayuno salimos de la casa para la del vecino el Sr.  (Buscar un apellido de ave), que ahora que lo pienso suena graciosa la situación.
Papá le dijo que si podía subir a su árbol porque había visto unos pichones abandonados y quería criarlos, el vecino gustosamente dijo que no había problema pero que lo esperara, entró a su casa y sacó su escalera para ayudar a papá a rescatar a las aves.
Desde abajo miraba yo con gran beneplácito  como mi papá, mi héroe salvaba  a esos pequeños seres carentes de plumas. Hojas secas caían del árbol mientras papá bajaba a los polluelos que piaban cada vez más fuerte, él me dijo que subiera un par de peldaños y yo sobrexcitado subí un escalón. Sostenlos firmemente hijo, cuidado al bajar –decía papá mientras me daba el nido con las aves- porque si se te caen se pueden lastimar. Ya en mis manos los miraba con mucho cariño a esas aves picudas y algo raras.
Papá le agradeció por su ayuda al vecino y a mí me alborotó la cabellera, al llegar a casa me dijo claramente: Hijo cuida muy bien a estas aves, así como yo los cuido a ustedes cuatro, quiero que tú los protejas a ellos ¿Está bien?
Sí señor. –Decía yo con mucha convicción.
Papá se fue a tomar su ducha matutina  para luego prepararnos el desayuno, es que es la semana de él mientras mamá espera. Subí a mi cuarto, tomé un polo gastado que tenía y armé una especie de nido con mi cajón, unos momentos después bajé y le enseñé a mi papá lo que había hecho y me dijo que estaba muy bien, luego él subió la voz y dijo : Q (Nombre de la mamá), Ezequiel, Ángela, Valentina el desayuno está servido vengan a la mesa antes que se enfríe, decía papá ya vestido con su traje y corbata verde listo para ir al trabajo.
Ya sentados en la sillas, Valentina a mi izquierda, Ezequiel a mi derecha, a la izquierda de papá, mamá, a la izquierda de Valentina, Ángela y a la derecha de Ezequiel papá. Sentados alrededor de la mesa cuadrada Ezequiel pelea conmigo por el último pan a lo que Ángela dice «divídanlo entre dos y listo,  me aburren», mamá se ríe y toma el pan con sus manos mientras decía que más allá de toda pelea está hermandad, no hagan problemas hijos, busquen soluciones. Mamá parte el pan en dos y me da la mitad y la otra se la da a Ezequiel, mientras papá mira a mamá con ojos enamorados y confirma con su cabeza lo dicho por mamá.
Al concluir agradecemos los alimentos pero papá tenía algo más que decir. Nos mira a todos y dice «Vamos a tener tres nuevas mascotas –Valentina se emociona- pero antes que nada quiero que sepan y traten de entender que son muy especiales, tal vez se encariñen mucho con ellos pero sepan que tarde o temprano se irán y quizás, quizás regresen», papá retrocede y va a la habitación de al lado , él regresa con un cajón que me era muy cercano, baja los brazos y nos presenta a los nuevos, ellos son-dice papá. Todos inquietados  nos acercamos a la caja para verlos de cerca. Tienen que buscarles nombres eh –dice mamá.
Valentina toca la cabecita de un polluelo y me abraza susurrándome al oído «Gracias», papá me mira y sonríe tocándose el bigote.
¡Bueno me voy al trabajo! ¿Dónde están mis besos?